Algunos consejos nutricionales para cuidar nuestro hígado.

Antes de comenzar hablar de cuáles son las pautas nutricionales para el cuidado de nuestro hígado debemos conocer, cual es su función dentro de nuestro organismo.

Es el único órgano que tiene una reserva de hidratos de carbono, en forma de glucógeno. Tiene una reserva funcional enorme: puede funcionar perfectamente con el 20% de las células hepáticas funcionales y posee un gran potencial para regenerarse después de una lesión si es cuidado nutricionalmente adecuadamente

¿QUE DEBEMOS SABER DE NUESTRO HIGADO?

El hígado integra una variedad muy amplia de procesos metabólicos, es decir transformación de los alimentos en energía, muy  importantes:

–         Metabolismo de los hidratos de carbono: porque es el  hígado  el que regula la síntesis, almacenamiento y destrucción del glucógeno, cuando existe un bajo consumo alimentario con relación a los  requerimientos corporales.

En caso de urgencias metabólicas el hígado  es el encargado de incrementar la concentración de glucosa en sangre  y lo realiza a través de dos vías metabólicas:

  • A través de la síntesis de las reservas de glucógeno, a este proceso se le conoce como glucogenólisis.
  • Si las reservas de glucógeno se agotan en el hígado, el proceso de obtención de glucosa es a partir de los aminoácidos y este proceso es conocido como gluconeogénesis.

–         Metabolismo de las proteínas: El hígado se encarga de la síntesis y degradación de las proteínas. Las proteínas endógenas son constantemente hidrolizadas y resintetizadas a través de un proceso de transaminación, aminación y desaminación, existe un intercambio constante de sustratos aminoácidos y de sustratos del metabolismo de los hidratos de carbono y grasas para la obtención final de energía.

Las proteínas plasmáticas como: albúmina, factores de coagulación, transferrina y ceruloplasmina constituyen más o menos la mitad de las proteínas que son sintetizadas por el hígado.

El amonio, que es un producto derivado del metabolismo de los aminoácidos , se  convierte en urea en el hígado para posteriormente ser eliminado por los riñones a través de la orina.

–         Metabolismo de las grasas: El hígado es el principal órgano de destrucción de los ácidos grasos y de la síntesis de triglicéridos. Los ácidos grasos que proceden de los alimentos y las que proceden del metabolismo interno son convertidos por el hígado en acetil CoA, el cual se procesa en el ciclo del ácido cítrico para poder obtener energía. La destrucción de los ácidos grasos proporcionan cuerpos cetónicos como fuente alternativa de energía cuando no existe disponibilidad de glucosa, esto ocurre frecuentemente en procesos de ayunos. Esto evita la utilización de las proteínas para la obtención de energía, conservando la masa corporal magra.

La síntesis de triglicéridos se produce cuando la ingesta de hidratos de carbono excede los requerimientos energéticos. En estas condiciones la glucosa puede superar a las reservas de glucógeno y no se necesita acetil CoA generando por la glucóliss para la fosforilación oxidativa. Por lo tanto, sigue existiendo acetil CoA para convertirse en ácidos grasos y finalmente triglicéridos.

El hígado también está implicado en la síntesis del colesterol, de los ácidos biliares y las lipoproteínas.

También es el encargado del almacenamiento y activación  de las vitaminas liposolubles y de la eliminación de las sustancias tóxicas liposolubles como pueden ser las drogas, el alcohol, medicamentos y la excreción de productos de desecho endógenos y exógenos

¿Cuáles son las consecuencias metabólicas y nutricionales de las enfermedades hepáticas?

–         Debido a que el hígado tiene importantes funciones metabólicas relacionadas con los macronutrientes, Es por ello que cualquier alteración del hígado produce un desequilibrio no solo metabólico sino  nutricional. Y una alteración nutricional podría desencadenar al deterioro progresivo del hígado.

–         Los sujetos que padecen un trastorno hepático con frecuencia sufren malnutrición por diversas razones: disminución de la ingesta de alimentos, alteraciones de la digestión y la absorción, incremento de las necesidades energéticas, una síntesis ineficaz de las proteínas, aceleración del catabolismo proteico y un aumento de la oxidación proteica. Incluso algunos pacientes pueden llegar a desarrollar intolerancia a la glucosa en las últimas fases de la enfermedad.

–         Los pacientes con hepatopatías colestáticas crónicas: cirrosis biliar primaria, colangitis esclerosante primaria, coledocolitiasis, estenosis biliar secundaria y atresia biliar, con frecuencia sufren esteatorrea (eliminación de las grasas consumidas a través de la dieta por las heces), que puede responder a una modificación de la ingesta de grasa dietéticas, es decir reducción de la cantidad de grasa presente en la dieta habitual y, posiblemente, suplementación de triglicéridos de cadena media. En todos los casos de hepatopatía, debe considerarse el estado de electrólitos, líquidos, vitaminas y minerales del paciente, e instituir las modificaciones y/o suplementos necesarios

¿Cómo podemos mantener nuestro hígado en buenas condiciones?

La base del cuidado no solo de nuestro hígado sino de nuestro organismo, en general comienza por una dieta equilibrada, y cuando hablamos de una dieta equilibrada  queremos decir: aquella que contiene las cantidades adecuadas  y variadas de los alimentos que proporcionan los diferentes  macronutrientes (proteínas, lípidos y proteína) y micronutrientes (vitaminas y minerales).

Para lograr este objetivo se deberán seguir los siguientes pasos:

  1. Cubrir unos requerimientos energéticos, que deben ser adecuados a cada individuo: es decir las Kilocalorías totales que necesita para mantenerse con una correcta actividad, según: edad, sexo, talla, actividad física, situación fisiológica: embarazo, lactancia,  si estas sano o si estas enfermo. Sabemos que si hay un ingreso por debajo de nuestras necesidades podríamos sufrir de desnutrición y su aumentamos demasiado estos requerimientos y disminuimos la actividad física podríamos sufrir de sobrepeso, u obesidad. En ambos casos, estamos obligando a trabajar de forma extra a nuestro hígado.
  2. Posteriormente, una vez que se han determinado cuales son las necesidades individuales de las personas, esta Kilocalorías serán repartidas en los tres grandes grupos de macronutrientes:  Carbohidratos o hidratos de carbono o azúcares, entre un 50 a un 55 % de las necesidades energéticas individuales  Proteínas: 10 – 15% de los requerimiento Lípidos o grasas.30 a un 35%, de las cuales 15 a un 20% deben ser monoinsaturadas
  3. Se deberá realizar una dieta variada, donde se incluyan todos los días alimentos de los grupos básicos de forma balanceada.
  4. Se recomienda incrementar el consumo de fibra; frutas por lo menos 3 diarias, verduras: 2 – 3 raciones diarias, preferir el consumo de cereales integrales (pan, arroz, y pastas italianas). Y por lo menos una vez por semanas legumbres (garbanzos, lentejas, etc).
  5. Controlar el consumo de grasas de origen animal, porque son grasas saturadas.
  6. Evitar el consumo de azúcar, dulces y pasteles y bebidas carbonatadas, porque esto solo nos aportan hidratos de carbono y como es bien conocido, los hidratos de carbono que se consumen en exceso son almacenados por nuestro organismo en forma de grasa corporal.
  7. Moderar el consumo de alcohol, evitar automedicarse,  ya que todas estas sustancias deben ser metabolizada por el hígado para poder ser posteriormente eliminadas del mismo.
  8. Se debería desayunar siempre. Ya que el cuerpo necesita energía para mantener su normal funcionamiento, y hasta que no se le suministra energía a través de los alimentos, la tiene que obtener de nuestras reservas corporales.
  9. Es importante suministrar a nuestro cuerpo energía, es por ello que se recomienda  de realizar por los menos 4 a 5 ingestas durante el día, (muy importante, estás ingestas deben ser calculadas y repartidas según los requerimientos individuales).

10.El consumo de agua debe ser por lo menos de 1,5 litros de agua al día (este requerimiento se deberá ver incrementado durante el verano hasta por lo menos 2 litros al día). Y recordar que su consumo es mejor entre las comidas y no durante ellas.

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